El cerebro de las hormigas infectadas por un tipo de hongo está tan manipulado por el parásito que estas salen de sus nidos en contra de su voluntad, trepan a un árbol y mueren tras haber mordido una planta. Hasta ahora no se entendía bien cómo este comportamiento era tan preciso, pero un nuevo estudio sugiere que las hormigas zombi, protagonistas de #Cienciaalobestia, se mueven a merced del reloj biológico del patógeno.
El parásito fúngico Ophiocordyceps kimflemingiae –un hongo recientemente nombrado– infecta a su huésped, que en general suelen ser hormigas de la especie Camponotus castaneus que habita al sureste de EE UU, manipula su cerebro y controla sus comportamientos con una intención: propagar sus esporas. Este fenómeno obliga a las hormigas a comportarse como zombis.
Los insectos infectados salen de sus nidos, y trepan hasta lo más alto de una planta donde con sus mandíbulas se anclan al nervio de una hoja y mueren. A partir de ese momento, de sus cabezas crece con fuerza un tallo portador de esporas del hongo que, en este caso, habrá logrado su objetivo.
La investigadora Charissa de Bekker, de la University of Central Florida (EE UU), lleva años estudiando este proceso y ha llegado a la conclusión de que el parásito secuestra en parte los relojes biológicos de sus huéspedes, obligándoles a romper sus rutinas.
Pero en un nuevo estudio, publicado en la revista PLoS ONE, De Bekker y su equipo revelan por primera vez que el hongo tiene su propio reloj biológico marcado en la expresión génica que le permite fijar el momento y el modo de manipular a las hormigas.
El hongo tiene su propio reloj biológico marcado en la expresión génica que le permite fijar el momento y el modo de manipular a las hormigas
En estudios anteriores, los científicos habían observado que todas las hormigas infectadas partían en busca de la parte más elevada de la planta para morder el vegetal a la misma hora del día. Otros trabajos en laboratorio mostraron resultados similares, indicando que la hora del día podía ser un factor importante en la manipulación por parte del patógeno.
“Nuestros datos indican que un número significativo de factores de transcripción tiene una actividad máxima durante la fase de luz (durante el día)”, señalan los autores en el trabajo, quienes añaden que otros genes están activos durante la noche.
Un mecanismo común en las interacciones parásito-huésped
Los hallazgos respaldan un modelo por el cual este parásito fúngico usa su reloj biológico para una actividad específica. “Y este puede ser un mecanismo general involucrado en las interacciones parásito-huésped”, recalcan los científicos.
El papel que desempeñan los relojes biológicos en las enfermedades infecciosas será el próximo paso que estudien los científicos. De este modo, los investigadores comprenderán mejor cómo las enfermedades afectan internamente a los humanos a través de la actuación de los parásitos y el impacto de sus relojes biológicos.
Referencia bibliográfica:
Charissa de Bekker et al. “Daily rhythms and enrichment patterns in the transcriptome of the behavior-manipulating parasite Ophiocordyceps kimflemingiae” PLoS ONE https://doi.org/10.1371/journal.pone.0187170
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